La única constante es el cambio. Aunque de vez en cuando se tome su tiempo. A veces incluso necesita 600 millones de años. Para que de la animada y bulliciosa actividad en el fondo del mar emerja algo sólido, como la piedra, hay que tener paciencia. Pero como suele ocurrir, la espera vale la pena. Así surge una visión que poco a poco revela todos sus secretos. Con millones de historias en miniatura. Tomarse el tiempo necesario para contemplar esta decoración con detenimiento es toda una experiencia.